El suelo de Ciudad de México amplifica el impacto de los temblores

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La Ciudad de México está edificada sobre suelos profundos y suaves que en el pasado, fueron un lago, esto trae como consecuencia que los temblores y sismos, en especial los del 2017, se amplifiquen  en vez de amortiguar sus efectos.
Tras el sismo del 19 de septiembre del 2017, los científicos identificaron algunas rarezas que se presentaron precisamente en la Ciudad de México:  la ausencia de réplicas y si de alguna manera estaría relacionado con un temblor más fuerte que el que golpeó al sur del país el 7 de Septiembre.
James Jackson, profesor de Geofísica en la Universidad de Cambridge, Inglaterra confirmó la tarea del suelo y afirmó que la capital está construida sobre una especie de gelatina, con una base que se tambalea.
Las vibraciones u ondas sísmicas de las rocas duras más profundas son amplificadas por el suelo y sedimentos de arriba haciendo que la superficie -y que las estructuras construidas en la superficie- se agite más tiempo y de manera intensa.
A diferencia de la mayoría de los sismos, el del martes 19 de septiembre no ocurrió donde se encuentran dos placas tectónicas. Por el contrario, se produjo en medio de la placa de Cocos debido a la presión acumulada mientras se desliza bajo la placa norteamericana.
Este terremoto, llamado “falla de la losa”, suele tener menos réplicas, como la relativa tranquilidad después del terremoto de 2001 en Seattle. El que azotó a la Ciudad de México fue más profundo de lo normal, a 51 kilómetros (32 millas) por debajo de la superficie.
Este temblor fue el segundo en 12 días en México, los geólogos dicen que el segundo sismo no fue una réplica porque estaba demasiado lejos -a unos 650 kilómetros (400 millas)- del primero. La mayoría de las réplicas están a 100 kilómetros (62 millas). Tampoco fue una liberación de energía generada por el primer terremoto.